NARRATIVA FICTICIA SOBRE EL MIVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 1968
Diana Rivera es hermana de una de las víctimas de Tlatelolco, su hermano Guillermo era un adolescente de 15 años que se encontraba en el momento de la agresión a los estudiantes, el murió por tres impactos de bala. Se encontraba escuchando el mitin sin pertenecer a ninguna organización.
Ese día ella también se dirigía hacia la plaza de las tres culturas donde se encontraría con su hermano, sin embargo, ya no pudo entrar a la plaza. Los soldados habían bloqueado la zona se quedo atrás de los tanques impactada y sin saber que hacer. Varios jóvenes que huían gritaban. “Están matando a todo mundo”. Diana escuchaba los disparos y podía oler la pólvora.
En ese momento pensó que el ataque solo podía ser hacia los dirigentes. Sin imaginar siquiera que el tiroteo fuera contra todas las personas que se encontraban en el mitin. Y que su hermano se encontraba herido de muerte después de los primeros disparos.
Cuando en ese momento vio que sacaban un herido y lo subían a una ambulancia, el impacto fue mayor al ver que era él su hermano al que subían a la ambulancia ante tal impacto ella estaba tan aturdida que no pudo distinguir si su hermano se encontraba aun con vida, los camilleros no la dejaron acercarse y lo único que hizo fue perseguir a la ambulancia; aquella persecución fue una verdadera pesadilla, no se sabía adónde llevaban el cuerpo.
Siguió a la ambulancia que entró finalmente al edificio del Servicio Médico Forense. Allí su búsqueda se convirtió en un calvario se encontró con una de las cosas más espantosas de su vida: las planchas eran insuficientes, por lo que estaban repletas de cadáveres amontonados, unos encima de otros. Había cuerpos de niños, de niñas, de mujeres embarazadas... Habría algunos 200 cadáveres de gente masacrada.
Los familiares de las víctimas estaban amontonados en la entrada del Médico Forense, en la puerta había muchos soldados y policías. Era difícil encontrar un espacio para sentarse. Familias completas llorando; hombres, mujeres, niños. El Médico Forense, sólo dijo que solamente podían sacar el cadáver de su hermano si testimoniaban, en el acta de defunción, que había muerto por otra causa. Tenía que elegir entre el decir una mentira para poder llevarse el cuerpo, o bien, quedarse sin él por insistir en la verdad.
Ante tal situación no le quedó más alternativa que aceptar que el hermano había muerto por otras causas. Llamo a su familia y llevaron el cuerpo a un pequeño velatorio a donde empezó a llegar gente: amigos, estudiantes y algunos más familiares.
Considero que con tantas mentiras en las actas de defunción hoy en día será imposible poder investigar sobre los hechos si se tratara de tomar en cuenta dicho documento para lo cual la mejor vía para investigar pudiera ser el testimonio de los familiares, los cuales sufrieron en carne propia semejante atropello.
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